
Voy con retraso, pero… ¿qué se le va a hacer? Tener la sospecha de que, de un momento a otro, tu tripa va a explotar y todos vais a saltar por los aires no ayuda. Es más, limita mucho. Es una sensación tan agobiante que, a veces, me olvido de respirar y hasta me mareo. Sólo se me pasa si me tumbo, de lado claro, porque boca arriba puede ser mortal. Adrián, encima, se mueve a todas horas. Y cuando digo a todas horas es a TODAS horas. Se estira, repta, da patadas (o codazos, puñetazos, cabezazos… vete tú a saber) y tiene hipo, mucho hipo.
La semana pasada, que tenía cita de la matrona, le pregunté si era normal tanta actividad a estas alturas de la película porque yo ya pensaba que el pobrecito estaba tan incómodo como yo. Pero parece ser que no: que es algo bueno y que él está estupendo. Lo mío es otro cantar.
También la semana pasada fuimos al hospital en el que voy a dar a luz (que es público) para conocer el paritorio, las salas de dilatación, las habitaciones de planta y la unidad de neonatos. Es una visita que está prevista desde el principio del embarazo, de hecho aparece en la hoja de citas que te dan en la primera consulta, y que haces el mismo día que te imparten la charla sobre la epidural.
La verdad es que tanto al futuro papá como a mí nos gustó mucho, pero acojonar acojona. Vas visitando junto a otras parejas todos los lugares por los que –supuestamente– vas a pasar el día que te pongas de parto. El tema de las urgencias, los monitores y las salas de dilatación nos sorprendió mucho, sobre todo porque tienen un montón de cosas para aliviar el dolor: saquitos con semillas para calentar, pelotas de pilates, una ducha con chorros… y detalles para que la mamá esté lo más tranquila posible: luces tenues y una cadena de música.
La matrona que nos hizo la visita guiada, una cachonda mental por cierto, nos explicó que las que quieran pasear por fuera de la habitación pueden hacerlo porque los monitores van con telemetría. También nos dijo que, cambios de turno y complicaciones aparte, intentaban que fuera siempre la misma persona la que se ocupara de todo el parto y nos habló de intimidad. Después de haber leído muchos relatos en los que la dilatación era de todo menos íntima, todavía estoy alucinando. ¡Ya os contaré cómo es mi experiencia en realidad!
Los paritorios ya daban más miedito. Uno de ellos especialmente, en el que la cama era súper estrecha y apenas había sitio para agarrarse. El otro era más moderno y tenía espacio para apoyar los pies y una barra en la parte superior para ayudarte, pero a mí me dio bastante canguelo también. Eso sí, me gustó mucho que tienen un espejo por si quieres ver todo el proceso.
Nos confirmaron que nada más nacer, el bebé se pone sobre la madre para el piel con piel y que todas las pruebas se hacen ahí. Después lo pesan (en la misma habitación hay una báscula) y vuelve al pecho de mamá para que se enganche lo antes posible. En seguida te llevan de vuelta a la sala de dilatación, donde padre, madre e hijo pasan dos horas (aproximadamente) antes de ir a planta.
Allí nos enseñaron las habitaciones, que nos encantaron también. Además, los médicos y las enfermeras hacen todo allí, incluso el baño del bebé, que está dentro del baño de la habitación. Muy cerquita está la unidad de neonatos, que tiene las puertas abiertas día y noche para los padres y que también permite la entrada de otros familiares. La verdad es que ojalá no tengamos que visitarla, pero nos dio tranquilidad. Igual que el quirófano para las cesáreas, que no he dicho nada pero está justo al lado del paritorio. En estos casos, nos dijeron que la mamá tenía que ir a reanimación sola durante dos horas (¡madre mía, seguro que se hacen eternas!), pero que el papá podía (y debía) ir a la sala de dilatación para hacer el piel con piel con el niño.
En fin, que aunque yo sigo siendo la misma cagada de siempre, esta visita me vino muy bien. Me hizo sentir algo más tranquila, aunque no os voy a engañar: nada más salir del hospital me invadió cierto pánico. Joder, es que no queda nada. Pero nada, nada. (Y hoy, más de una semana después, queda todavía menos O_O).
Vaya! qué buena pinta todo! está genial que tengan tantas cosas para aliviar el dolor y ese arco (la barra que dices que pasa por encima de la cama) viene fenomenal para empujar 😉
A ver si tengo suerte y me toca ese paritorio… el otro no tiene esa cama tan chula!! Muchas gracias por comentar 🙂
Ánimo que ya verás como ese día ni te enteras de por donde andas… El hospital, por lo que cuentas, tiene una pinta genial.
Mucha suerte y disfruta de este momento tan especial!
Feliz día♥
María {La cajita de música}
¡¡Muchísimas gracias!! 🙂
Que suerte! Yo no pude visitar el hospital, aunque ya conocía alguna de las salas de semanas antes del parto, me dieron contracciones y fuimos de urgencias. Cuando escuché los gritos de las parturientas se me pasaron las contracciones rápidamente, me impresionó mucho verlas por allí. Yo nunca tuve miedo al parto hasta ese momento, cuando se acerca el momento creo que es cuando realmente te planteas como será la cosa. Lo de moverse a mí me pasó lo mismo, Vikingo no paraba…y ahora menos!
Uf, eso es lo que pensaba yo antes de hacer la visita… madre mía… como estén gritando lo que me faltaba! Pero por suerte (o por desgracia, no sé…) cuando fuimos no había NADIE ni en las salas de dilatación ni en los paritorios… Nos dijeron que estaba todo inusualmente tranquilo… ¡Ains! Es que los gritos serían lo peor ¿no?
Que suerte! A mi me hubiera encantado poder visitar el hospital antes de dar a luz! Y por lo que cuentas parece que esta súper bien! No tengas miedo mujer, veras como llegado el momento, todo va fenomenal!
Besos
¡Muchas gracias! Yo no sabía que lo hacían, de hecho al parecer es una cosa bastante novedosa porque mis cuñadas dieron a luz en el mismo hospital y la visita no estaba… ¡Pero es genial que vayan promoviendo cosillas de estas! ¡Muchas gracias por pasarte! Mua
Que guay que está eso de hacer una visita guiada por el hospital, a mi nada de eso… Ains que nerviosa que debes estar, jejejeje, pero te entiendo perfectamente porque creo que a todas las madres cuando estamos a punto de dar a luz nos invade el pánico!!!!
Que la fuerza te acompañe, jejeje!! Un beso!
¡Muchas gracias! La verdad es que ya tenemos muchas ganas de verle la carita 🙂
Bueno bueno… pero qué bien! yo ni visita ni nada. Vi las salas de dilatación porque unas 3 semanas antes de dar a luz fui a urgencias y como ya estaba próxima la fecha me prefirieron ver allí, pero sino nada de nada. Yo me quedara bastante más tranquila al verlo todo, y eso que no tienen las modernidades de tu hospital!! Ay que bien que ya no te queda nada, en unos días vas a conocer al real amor de tu vida (lo siento por tu marido jiji)
Tranquiliza mucho! Es como… que te quita parte del miedo a lo desconocido! Ya os contaré mi experiencia real y cómo funciona todo! Y muy prontito, espero! Gracias por comentar 🙂