Bueno, pues la semana pasada, además de las visitas al médico que os contaba en el post anterior, tuvimos una reunión muy especial con la que será la profe de mi niño bonito a partir de septiembre. No había tenido ocasión de contaroslo todavía, pero después de darle muchas vueltas hace un par de meses decidimos buscar una escuela infantil para Adrián.
Aunque el padre de la criatura trabaja en un cole con guardería y siempre habíamos pensado que llegado el caso sería nuestra primera opción, al no saber cuánto tiempo me llevará encontrar un trabajo se nos salía de presupuesto. Además, empezamos a abrir un poco nuestras miras, a preguntar a otras mamás por las escuelas de sus hijos y, después de visitar unas cuantas, nos decantamos por una pública que está bastante cerca de casa y con muy buenas referencias.
Lo de buscar guarde, como todo en esto de la crianza, es un mundo. Personalmente a mí me parece que casi todas siguen un patrón más o menos similar, y pienso que lo más importante a estas edades es la profesora, pero bueno tampoco está mal echar un ojo a las instalaciones, conocer al equipo directivo y que te cuenten en qué basan el proyecto educativo.
Para nosotros, que no queremos horarios especiales, ni tenemos problemas con los festivos locales, las escuelas públicas eran una buena opción. Visitamos tres y descartamos una por feeling. No es que nos trataran mal, ni mucho menos, pero nos pareció que todo estaba muy descontrolado, sobre todo en comparación con las otras dos, que nos pareció que funcionaban a las mil maravillas. ¿Por qué entonces elegimos una y no otra si están más o menos a la misma distancia de casa? Pues, básicamente, por algunos detalles que nos gustaron mucho de la elegida en cuestión:
– Flexibilidad del período de adaptación. Para nosotros el período de adaptación es muy importante porque Adrián está muy apegado a mí y, aunque creo que lo va a superar muy pronto, quiero que nos den todas las facilidades para hacerlo a nuestro ritmo. En esta escuela nos explicaron que, aunque la teoría habla de empezar con una hora, seguir con dos, etc., lo cierto es que los que marcan el ritmo son los bebés. Y si se necesitan nueve días en vez de cinco, no pasa nada.
– Fomentar la autonomía del niño. Otra de las cosas que más me gustaron de este centro es que respetan mucho el desarrollo natural del niño e incorporan algunos principios de la pedagogía Montessori, de la que estamos intentando poner en práctica cositas en casa. Ojo, no es una escuela Montessori, pero fomentan al máximo la autonomía del niño, trabajan por áreas de intereses, incorporan los cestos de los tesoros en bebés, el juego heurístico en los de 1-2…; mucho mancharse y experimentar… Y todo eso nos gusta.
– Las clases tienen niños de todos los meses del año. O sea, no separan de enero a junio y de julio a septiembre; o de enero a abril, de mayo a agosto y de septiembre a diciembre. Muchas actividades las hacen todos los niños juntos, pero las que requieren distinto grado de autonomía hacen grupos en función del desarrollo de cada niño, sin importar si ha nacido en febrero o en noviembre.
– Comunicación con la profesora. En ambos centros podíamos hablar con la profesora siempre que quisiéramos, pedir tutorías y demás, pero en la que finalmente escogimos llevan, a nuestro juicio, las cosas más organizadas. Así, hay un cuadernito por si hay que explicar algo importante y ese día no hemos podido hablar con la profesora, además de un tablón en el que especifican qué tal han comido, si las deposiciones han sido normales o no… (sí, estas cosas tan escatológicas que nos interesan a los padres), etc.
– Implicación máxima de las familias. La verdad es que las dos ‘finalistas’ tenían muy en cuenta la participación familiar, pero la ‘elegida’ me ganó del todo con el tema de préstamo bibliotecario. Al parecer, cada jueves los niños van a la biblioteca con los padres, eligen un cuento, se lo llevan a casa y lo devuelven al lunes siguientes. Los propios padres son los que gestionan este servicio.
En general, son cositas pequeñas que marcaron la diferencia, pero que en casa nos gustan mucho y nos hacen pensar que Adrián va a estar muy bien acompañado en esta nueva etapa, en la que nosotros también nos implicaremos lo máximo posible. Además, casualidades de la vida, cuando fuimos a inscribirle vimos que conocíamos a una de las profes, que había sido compañera mía del colegio. ¿Y sabéis qué? La semana pasada descubrimos que será ella la profe de nuestro hijo. ¡Qué ilusión! La entrevista que mantuvimos con ella os la cuento en otro post, que éste está quedando muy largo.
Y vosotras, ¿lleváis a vuestros hijos a una escuela infantil? ¿Qué os hizo elegir una en vez de otra?
Aquí no hay tanta variedad de escuelas para elegir, lo malo de vivir en un sitio pequeño.
Yo estoy en plena mentalización para separarme de la peque, ay!
Ya nos iras contando que tal la nueva guarderia! Seguro se lo pasa muy bien, aunque los primeros dias seran durillos.
Seguro que serán muy duros. Tanto para él, como para mí… El período de adaptación es necesario para ambos. Un abrazo
Seguro que es una buena elección y Adrian estará contentísimo… ya lo verás!!!!
¡Ojalá que sí! Pero me da una cosa… Bueno, qué te voy a contar… Mua