Nuestra experiencia con el destete - Dos Rayitas: planes en familia

Nuestra experiencia con el destete

davLa verdad es que con este tema voy con bastante retraso: hace ya tres meses que el destete llegó a nuestras vidas, pero todavía no había encontrado el momento para ponerme a escribir sobre ello. Lo primero que quiero que sepáis es que no fue un destete espontáneo, sino que lo empecé a inducir yo, poco a poco, antes de que Adrián estuviera preparado y tomara la decisión por él mismo. A pesar de eso, fue más sencillo de lo que había pensado. Mi niño bonito volvió a sorprenderme y a ponerme las cosas fáciles, pero no nos engañemos… no es lo normal.

De hecho, yo pensaba que podía resultar muy complicado porque ya sabéis que Adrián estaba muy apegado a la teta. Por eso, cuando tomé la decisión de intentar el destete pensé que tardaríamos muchas semanas en conseguirlo y decidí que lo haríamos de forma paulatina. No era la primera vez que pensaba en destetarlo, no sé si os he contado alguna vez que cada vez que le iba a salir un diente mi hijo cambiaba su forma de mamar. No tengo ni idea de si succionaba con más fuerza, o si cambiaba la colocación de la mandíbula… pero algo cambiaba y me hacía unas grietas impresionantes, que incluso rodeaban todo el pezón y me lo dejaban en carne viva. Cuando decidí que había llegado el momento, los tenía hechos una pena. Así que pensé que, como iba a tener que intentar espaciar las tomas sí o sí, podía ser un buen momento para iniciar la operación destete. También os confieso que ya nos habíamos puesto en modo hermanit@-on, por lo que temía que dada la puntería que se gasta mi señor esposo a las grietas se sumara en breve esa sensibilidad tremenda que al menos yo desarrollo durante los embarazos. ¡Y menos mal! Porque si las cuentas no fallan… o ya estaba embarazada por entonces o en esos días se cuajó el bollito dos.

En fin, que aproveché que ese fin de semana nos habíamos ido a un spa y que Adrián estaba como loco con el agua y los juguetes de la ludoteca para empezar a destetarle. No os lo vais a creer, pero la última toma ‘antes de empezar esta nueva etapa’ fue el viernes por la noche y el sábado no me pidió durante todo el día. Estaba yo alucinando pepinillos, pero muy aliviada porque las grietas iban mejorando… aunque tenía yo aquello más duro… Y el domingo, aunque me pidió en alguna ocasión, creo que le di una vez o dos en todo el día porque como había tantas cosas chulas en el hotel mi teta no le debía parecer tan atractiva.

De vuelta a casa, pensé que vendría lo peor. Así que tracé un plan para tenerle súper entretenido a todas horas, jeje. A la salida de la guarde, que antes había sido lugar sacro para la sesión de teta, no hubo demasiados problemas. Desde hacía varias semanas le llevaba zumo y le preguntaba ¿teta o zumo? Y para mi dolor de madre lactante me respondía uo uo, que dejaba clarísimo que prefería el zumo, así que esos días seguimos igual aunque no le preguntaba y le ofrecía el zumo directamente. De la guarde nos íbamos al parque o al centro comercial si hacía malo, tobogán para aquí, tobogán para allá… estaba entretenido y casi no me pedía… hasta antes de ir a dormir. Ahí sí quería su tetita y yo, a veces le daba, y a veces le proponía alternativas: ¿quieres que leamos un cuento? ¿quieres que te cante una canción? ¿La del cocodrilo? Y, claro, ante el coco y la cueva… no hay rival, así que, poco a poco, dejó de pedirme. Vamos, que fue bastante rodado.

Qué fácil, ¿no? NO. Los momentos de crisis llegaron por la noche. Él llevaba meses sin mamar de noche porque ya había iniciado el destete nocturno porque no descansaba absolutamente nada y lo estaba llevando fatal. Ya no me pedía y volvió a hacerlo… ¡horror! Pensé que sería el fin y que volveríamos a los 10 despertares nocturnos, así que volví a la carga con las canciones, los mimos, las caricias… pero no le di el pecho ninguna vez. En esto no fui paulatina como en lo demás… sentía que era desandar un camino que nos había costado mucho esfuerzo recorrer y que ya habíamos hecho poco a poco. No sé si lo hice bien o mal, pero me sentí fatal. Por suerte, como siempre digo, Adrián me lo puso fácil. Se despertaba (y se despierta) mucho pero en muy poco tiempo empezó a calmarse con oír mi voz, con mis nanas o con, simplemente, tumbarse encima de mí y tocarme la oreja (su obsesión desde siempre).

En esos momentos lo pasé mal y me sentí muy culpable, pero reconozco que ahora que lo miro con perspectiva me alegro de haber inducido el destete en ese momento. Con las náuseas que tuve y tengo, el insomnio, el dolor de pecho y los demás malestares que me ha traído este embarazo… hubiera sido muy complicado seguir. En total, creo que todo se normalizó en aproximadamente una semana, aunque yo siempre me mostraba muy precavida con la gente porque pensaba que, de un momento a otro, durante el día volvería a decir… taaaaaaaaaaaaaaa. Pero no… Y ahora cuando salgo de la guardería y veo a algunos de sus compañeros mamar me invade un sentimiento de nostalgia. Al menos pienso que estuve 18 meses dándole el pecho y, a pesar de los pesares, disfrutándolo un montón.

Ojalá mi próxima lactancia sea tan bonita y especial como lo ha sido ésta.

Un abrazo

5 comentarios en «Nuestra experiencia con el destete»

  1. Es toda una historia, y la verdad es que un dolor así lo propiciaba… La lactancia es cosa de dos, y si tú lo pasabas mal hiciste lo correcto. Ahora vendrán más momentos de dormir abrazados, que también es ternura pura.

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    • Sí, yo creo que era el momento… Además, que con el embarazo que estoy teniendo de náuseas y esas cosas hubiera sido complicado mantenerla, así que mejor hacerlo cuando me encontraba bien y con fuerzas 😀

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  2. Genial!! te lo ha puesto muy fácil, y ha sido un campeón!! Seguro con este segundo bollito es igual de especial y de bonito! Animo y enhorabuena por el bollito!!

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  3. Enhorabuena. No es fácil dejar estos pequeños puntos de conexión con nuestros niños… Sólo quiero tenerte precavida respecto al segundo. La lactancia con Alejandro fue perfecta, pero a Juan fue imposibe darle el pecho. Literalmente, no tenía leche. Nada en un mes. La pediatra me dijo que a veces pasa, y yo me sentía tan mal… Ahí fue cuando mi marido me dijo, «Mariu, lo estás haciendo genial y por esto no será diferente a su hermano. Afortunadamente, hay leche de fórmula pero no estados de ánimo de fórmula, a si que no te martirices». Y ahí están los dos. Como dos robles y felices.

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