Hace exactamente un año de la primera vez que nos vimos. Para ser exactos, mi bombón nació a las 11.20 horas del 2 de septiembre de 2014, aunque no pudimos estar juntos hasta más de dos horas después. Podría decir que ese día fue el más feliz de mi vida, pero sería mentira. Me emocionó muchísimo conocerle, tenerle en brazos por primera vez, besarle con la máxima ternura, sentirle comer de mi pecho y ver cómo una cosa tan chiquitita me hacía sentir tantas cosas a la vez. Me sentí dichosa por haberme convertido en madre y, a pesar de lo tocada que me dejó el devenir del parto, lo recuerdo todo con muchísima emoción y más ilusión todavía. Fue un día maravilloso, a pesar de lo que pasó de noche.
Pero no fue el día más feliz de mi vida, no. Porque, seguro que muchas me entendéis, cada día en estos doce meses ha ido superando al anterior. Incluso en los malos momentos, en las rachas como la que estamos atravesando ahora, en las que los despertares son continuos y las noches se viven como un infierno. Da igual, siempre en el día hay algún momento que invierte la tendencia, que te hace cambiar el chip y te obliga a confesar que esto no lo cambiarías por nada del mundo.
Hoy mi pequeño cumple 12 meses y yo no sé qué sentir. Por un lado estoy emocionada por ver todo lo que ha evolucionado en este tiempo, por otro chof, nostálgica, no lo sé. En cualquier caso, con muchas ganas de llorar. Ya ha pasado un año, un año maravilloso en el que he tenido la inmensa suerte de estar a su lado las 24 horas de cada día. Un año que no se volverá a repetir. E irremediablemente mi mente me recuerda que lo tenía que haber aprovechado más y mejor. Que, como reza el subtítulo de un blog que me encanta, los días son largos, pero los años cortos. Y por eso hay que aprovecharlos al máximo en familia. Porque no volverán.
Adrián ya gatea como un profesional, se pone de pie con cualquier cosa que encuentra a su paso y ya no llora cada vez que desaparezco de su vista. Ya puede jugar un ratito (pequeño) él solo y sabe perfectamente lo que quiere y lo que no. Evoluciona a marchas forzadas y yo me siento muy orgullosa de todos los miedos que ha vencido en tan poco tiempo. Es una maravilla verle crecer tan feliz y tan sano, aunque yo siento que cada vez estoy más apegada a él. Que cada vez le necesito con más fuerza.
Imagino que de esto va la maternidad. De querer más cada día y de acompañar en cada avance que consiguen los más pequeños. De experimentar sensaciones y sentimientos tan intensos que algunas veces te hacen perder la cabeza y otras te hacen llorar sin parar. Aunque seas la mujer más feliz del mundo y estés celebrando el primer cumpleaños de tu hijo con toda la ilusión y emoción que te cabe dentro.
¡Felicidades, mi vida!
Gracias por todo lo que nos das a tu papá y a mí. Por esas sonrisas, esos besos babosos y esas ‘broncas ñañañaña’ cuando no entendemos lo que necesitas a la primera. Nos haces muy felices. Te queremos con locura.
Felicidades para el pequeño Adrián!!!
Para mí el cumple del pipiolillo fue muy especial 🙂
Muchísimas gracias! La verdad es que fue súper especial y disfrutamos mucho todos. ¡Un abrazo!
Muchas felicidades Niño bonito!!!! ay me acuerdo de esos días y tus dudas de lactacia, te acuerdas!!??
Conozco esa sensación de quiero que crezca pero no tan deprisa…ainsssssss ley de vida .
Disfrutad mucho de este día. Besazos familia
Gracias!!! Siiii y no pensaba llegar al año ni de broma… pero ya lo hemos sobrepasado!!! Un abrazo guapa!
Felicidades Mamá y felicidades peque.
El apego cada vez es mayor, y el amor distinto, cada vez tiene un matiz que va superándose… Jejeje
Muchas gracias!!! Todavía me queda mucho por experimentar y por aprender… ¡Menos mal que él, aunque sea tan pequeñito, me guía siempre! Un abrazo