Igual el título no es el más acertado y os induce al error. Igual pensáis que en este post se hallan las claves para ser una mujer diez y una madre perfecta. Pero no es así. Siento decepcionaros, pero esta entrada no habla de ‘LAS MADRES’ en mayúsculas, sino de ‘las madres’ en minúsculas. Y digo minúsculas porque no hay letras del tamaño de los subíndices, que si no… Vamos, que voy a hablar de las recién llegadas, de las primerizas, de las novatas y de algo que creo que, en mayor o menor medida, nos pasa a todas cuando entramos de lleno en este sarao que es la maternidad: la necesidad de adaptarnos a nuestro nuevo rol de ‘madre de’.
Porque después de darle muchas vueltas al asunto he llegado a la conclusión de que a las primerizas se nos habla mucho de cómo ser ‘madre’ a secas y nada de cómo ser ‘la madre’ en su totalidad. O sea, que los libros, los métodos y los consejos se centran en ayudarnos a ser (una buena) madre dando por hecho que tenemos interiorizado ese nuevo rol. Y nada más lejos de la realidad. Podemos creer que sí, pero yo creo que en el fondo no. A unas les cuesta una cosa, a otras otra. Pero todas necesitamos un período de adaptación para saber dónde estamos. O, al menos, esa es mi impresión.
Y de esas cosas que cuestan va este post y los de los próximos miércoles.
En mi propia cabecera podéis leer que desde que vi las dos rayitas en el test mi vida cambió para siempre. No es una frase sin sentido para quedar bien, es una realidad como una casa. Yo tenía muchas ganas de ser madre y desde el principio fui consciente de que un bebé pondría mi vida patas arribas (no sabía que tanto, pero ése es otro tema). Lo que no me podía imaginar es que el cambio más importante no tenía que ver con las rutinas, con las salidas o con las horas de sueño. Tenía y tiene que ver conmigo, con mi identidad, con el nuevo lugar que ocupo en el mundo.
Vale que suena muy dramático, pero es que un cambio tan repentino y tan importante encierra cierto dramatismo. Y no porque no esté contenta con mi nueva situación, si no porque nadie me advirtió de lo que me pasaría. Muchas me dijeron: aprovecha para dormir, disfruta junto a tu marido, haz todo lo que te apetezca que luego estarás más limitada… Pero ninguna me dijo que al nacer MNB una parte de ‘Sara’ se quedaría en el camino. Y no es que mis necesidades hayan pasado a un segundo plano, no; es que muchas han cambiado por completo.
Nadie me explicó que mi relación con mis padres y con mis amigos cambiaría tanto. A mejor en la mayoría de los casos, ojo. Pero TANTO. Que nadie quedaría conmigo para verme ‘sólo’ a mí y que nadie me preguntaría casi nunca ¿qué tal estás? o ¿qué tal has dormido? porque lo importante es qué tal está y cómo ha dormido ÉL. Nadie me avisó de que mi hijo no sólo seria nuestra prioridad (la de EPDL y la mía), sino que lo sería también para mucha de la gente que nos rodea. Y todo esto que hoy me hace súper feliz, al principio me trastocó un poco.
¿Me costó asumir mi nuevo rol? Yo diría que no, enseguida me dí cuenta de que todo es como tiene que ser. Pero me pilló tan de sorpresa que primero me descolocó por completo y, después, me hizo sentir la peor madre del mundo por haber echado en falta ser ‘Sara’ y no ‘la madre de Adrián’ en varias ocasiones.
A toro pasado, todo se ve más sencillo. Pero quería escribir este post porque igual que veo normal que todo gire en torno a nuestros hijos, también veo normal que ante una situación nueva ciertos cambios nos vengan grandes. Y cuanto más normalicemos estas situaciones poniéndolas por escrito y gritándolas a los cuatro vientos, menos malasmadres nos sentiremos y menos culpas nos echaremos encima. ¡Que ya está bien de tanta culpa y tanta gaita!
Si tú también quieres hablar claro y acabar con el sentimiento de culpabilidad que tenemos todas las madres, escríbeme un email a social@dosrayitas.com contándome qué es lo que más te costó asumir al ser madre. ¡Anímate! Así podremos demostrar que la maternidad no es perfecta y que sus sombras no hay que esconderlas porque son tan importantes como las luces.
Igual me pasó a mí, yo no soy ni la sombra de lo que era, pero no me importa, soy más feliz ahora!!!
Claro que sí! Yo también soy mucho más feliz ahora y me quiero mucho más, que es súper importante. Parece mentira, ¿eh? Todo lo que te apota un niño!!! Un beso
Una parte de mí también se quedó atrás, muy atrás, me gusto más ahora, pero es verdad que sabía que iba a cambiar mi vida, pero no yo.
Yo también me gusto mucho más ahora, la verdad. ¡¡Es que no hay color!! No sé es como que MNB haya puesto las cosas en su sitio, haya encajado las piezas del puzzle y todo tenga más sentido con él. Un abrazo 🙂