Hace unos meses os conté cómo MNB mostraba bastante interés por la fruta que comíamos su padre y yo, por lo que la iniciación a la alimentación complementaria fue rodada. Por entonces apuntaba maneras de tragoncete, pero con casi nueve meses puedo aseguraros que, al igual que la bichilla de Lucía de Planeando ser padres, mi hijo es una bestia parda en lo que a comer se refiere. Bueno, en otras cosas también, pero en este post no vienen a cuento.
En fin, que sigo sin ser de mucha ayuda en etse tema. Me lo ha puesto tan fácil que no sabría decir qué hay que hacer y qué no para que un bebé coma cosas nuevas. Tampoco he seguido un orden muy marcado a la hora de introducir los alimentos, sobre todo en el tema de la fruta, porque mi pediatra nunca le ha dado mucha importancia y me ha remarcado varias veces que se trata más de una cuestión cultural que de otra cosa.
El caso es que Adrián toma purés de verduras variadas (patata, zanahoria, cebolleta -odio el puerro y todas sus hebras-, calabacín, calabaza, brócoli, judías verdes…) con pollo, ternera y, desde hace unas semanas, merluza. De momento, todo sin problemas. También come desde hace tiempo pan y galletas (de las María, que las de bebé le dan alergia) él solo.
Ya os confesé que me gusta mucho la idea del BLW, aunque me da cierto miedo. En estos meses, sobre todo en la etapa final, me he ido lanzando a darle algunas cositas para que se las coma él solo. Las primeras veces con más miedo que otra cosa, pero luego ya con mayor tranquilidad. Eso sí, despacito y buena letra. Entre otras cosas, ha probado (y comido por sí mismo) los espaguetis, el tomate natural y varias frutas veraniegas, como el melón y la sandía.
En el caso del tomate y las frutas se las he dado bastante blanditas y, además, al tener bastante agua, se deshacen fácilmente en la boca. Y lo mejor del melón y la sandía es que tienen cáscara de donde agarrar porque, por ejemplo, la pera tampoco me daría demasiado miedo dársela, pero el pobre no atina a cogerla porque es tan escurridiza… La manzana, sin embargo, me da un miedo atroz. No me preguntéis por qué, pero la veo tan áspera, tan dura… que no me atrevo a cortarle bastoncitos, ni nada.
¿Cuándo le doy estas cosas? Antes o después del puré o cuando nosotros estamos comiendo o cenando, ya que sobornarle con comida es la mejor manera de comer/cenar más o menos tranquilos. Como veis, no sigo las pautas típicas del BLW, ni de la alimentación tradicional (la que me pone en las hojitas que me dio el pediatra). Lo hago a mi manera, como todo. Y es que aunque sé que con la LM sus nutrientes están cubiertos y esas cosas, reconozco que me quedo más tranquila si, además de guarrear y probar cosas, se come unas cucharadas de puré o de papilla. Como encima le gustan… resulta bastante sencillo combinar ambas tendencias.
Poco a poco, según vaya viendo, mi idea es que los purés pasen a un segundo plano y coma fundamentalmente lo mismo que nosotros, pero sin sal. Pero, como os digo, poco a poco. A nuestro ritmo. Lo que me trae por la calle de la amagura son las cenas y los desayunos. Ya os contaré en la tercera entrega, ya… pero os avanzo que en mi casa reina la maldición de los cereales… ¡Qué cruz!
¿Y vosotr@s? ¿Cómo animáis a vuestros peques a tomar cosas nuevas? ¿Combináis los triturados con alimentos sólidos?
Ayyyyyyy pues nosotros empezamos muy bien, tengo que reconocer que somos unos caguetas y si hemos sido de purés, pero poco a poco los fue dejando por si solo y a su ritmo. Eso, que empezamos muy bien, todo iba para adentro, pero conforme fue creciendo, cada vez me cuesta más que pruebe cosas nuevas…qué martirio!!!
Jajaja, ya me imagino que van por rachas… Yo siempre digo que mi sobrino mayor era un zampabollos total… que hasta le llamaban basurillas en la guarde porque se comía lo suyo y queríia echar mano a lo que se les caía a sus compañeros. Pero… luego también tuvo su racha de no querer nada (a ver es que dejar de jugar para comer… qué rollo no me digas!!). Así que voy a aprovechar esta etapa de me como cualquier cosa… ¡y luego ya se verá! Un abrazo!!